jueves, 16 de julio de 2009

Al borde de la muerte

Corría el año 2002 cuando los buenos de López Gonza Zamora, mi hermano y Eva, se atrevieron a hacerme una visita en Semana Santa a Irlanda (lugar donde me encontraba estudiando un erasmus).
Durante su estancia, decidimos alquilar unos coches e irnos a recorrer aquella isla tan fascinante, tanto por su paisaje como por su gente.
Yo tenía el antojo de ir a las "islas Skellig", a las cuales no pude ir en mi anterior excursión por la isla con mis compañeros de erasmus.
Estas islas son dos rocas que se levantan a 16 kms de la costa. Están habitadas por miles de alcatraces. En una de ellas se levanta un monasterio y en verano la habita un monje. Esta isla está declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Los viajes de la costa a las islas son realizados por un barco solo en los meses de verano, debido a lo picado que está el mar en las demás épocas del año. Pero, por allí, suele haber marineros que se aventuran a llevar a los turistas con sus barquichuelas cuando el mar está tranquilo, por un módico precio.
Cuando llegamos a aquel paraje, aquellas dos islas que se veían desde la costa nos enamoraron y queriamos ir a toda costa. Nos fuimos donde paraban los marineros, ninguno quería ir, decían que el mar estaba muy salvaje ese día, que era imposible. Nosotros no nos dabamos cuenta del peligro y les deciamos que pagabamos lo que quisieran.. ninguno quería..
De repente, un marinero nos oyó hablar español, nos dijo que él estuvo 3 años residiendo en España y que le habían tratado muy bien por lo que se sentía obligado a devolver ese favor de trato a los españoles y que si queriamos ir a las islas él nos llevaría.
Emocionadísimos y cegados por las islas, nos pusimos a saltar y gritar de alegría, después de pactar 40 euros por barba, el marinero llegó con una barquichuela un tanto cutre. Se nos unieron una pareja de Liverpool (chico y chica) y una canadiense que andaban por allí y que no sabemos ni de donde salieron.
Comenzamos el viaje, el mar estaba tranquilo al lado de la costa, por lo que Zamora y yo, no se si por hacernos los valientes o por fliparlo un poco, nos pusimos sentados delante del barco, no duramos ni 30 segundos.. el mar comenzó a arremeter contra la barquichuela y no estabamos muy seguros allí. Ibamos todos sentados en círculo detrás, según nos adentrabamos el mar parecía como cabrearse muchísimo, la barquichuela empezó a dar botes y a ponerse de lado.
Gonza y yo empezamos con nuestro recital de potas, nos cogimos un cubo cada uno y nos concentramos en que nuestras potas cayeran al cubo y no a los demás. La cosa se puso muy chunga, la barca cada vez se ponía más perpendicular con el mar, daba más botes.. yo ya me tumbé en el centro de la barca y me agarré a una pierna de Gonza para sentirme más seguro.
Gonza y yo estabamos destrozadisimos, un malestar increible, que a la vez se juntaba con el miedo de que la barca volcara y nos tocara nadar.. Levantabamos la vista de vez en cuando y veiamos incrédulos a la pareja de Liverpool como estaban empapados por el agua del mar y ellos estaban tranquilamente, quietos como si estuvieran viendo "Ben-hur" en el cine.
Recuerdo haber visto solo dos segundos de islas en una de las veces que la barca se puso vertical.. me impresionó como estaban los alcatraces incrustado en las rocas de los acantilados, callados, con los ojos abiertos y mirándonos..
Cuando llegamos al borde de una de las islas y después de echar mi sexta pota, el marinero acercó todo lo posible la barca a la costa rocosa. Se dio cuenta que era imposible que nos bajaramos debido a los botes que daba la barca y nos dijo que si queriamos, que nos daba una vuelta alrededor de las islas. Gonza y yo sacamos fuerzas, no se de donde, para decir ún "Nooooo" que daba pena..
Otra dos horas de vuelta nos esperaban. Nuestros dos cuerpos estaban tan destrozados que decidieron dormirse (yo creo que como muestra de que no podrían soportar otras dos horas iguales a la ida). La gente se quedó flipada de como nos pudimos dormir con semejantes botes que daba la barca...
A la llegada, le dimos tanta pena al jefe que nos cobró solo 20 euros.
Gonza y yo coincidimos en que pensamos en la muerte durante aquellos infernales momentos.
López nos comentó que veía gestos del marinero de desesperación pensando que quizá no saldriamos de allí enteros. Pero a pesar de todo, el capullo de él, pudo grabar unas imagenes con su cámara que os dejo aquí abajo.
La calidad es malísima (en aquellos tiempos ibamos con una cámara de cintas para vhs y se grabó fatal)por lo que es dificil aguantar ver el video entero. Os puede servir para haceros una idea y también para contrastar lo alegres que estabamos y como en una hora llegamos a pensar en que lo mejor que nos podía pasar era la muerte.

2 comentarios:

Armando dijo...

Me decido a dar la cara ante el aluvión de burradas que se pueden leer en la entrada de hoy. Bonito ejemplo a una juventud cristiana lo de las seis 'potas'.

A mi me parece que no tenéis deercho a poner en peligro vuestras vidas, ya que, como bien sabeis, la vida solo pertenece a nuestro Padre Dios.

Leyendo desde fuera, dais una imagen de jóvenes degenerados, carentes de toda virtud, piedad y soberbios en vuesteras actitudes. Desafiantes a la moral cristiana, ala religión católica, os encamináis al infierno.

En fin, estas hazañas defieran de purgarse en liturgia y confesarse en las parroquias, y no servir de aliciente y mal ejemplo para una juventud perdida. Luego pasa lo que pasa el Huelva. Me parece un ejemplo lamentable.

Alberto dijo...

Hola, Armando:
Parece que te has decidido a dar la cara, me parece bien.

Nuestra vida solo pertenece a nosotros. Hemos elegido ser no creyentes ni rendirnos a ninguna religión ni nada de eso.. se vive mejor.
Nos tienes que respetar..
"6 potas": es la realidad, ¿que quieres que diga?
Saludos